A lo largo de nuestra vida caminamos senderos impredecibles,
algunos en los cuales quizá nunca quisimos incursionar. Pero son rutas
unidireccionales, una vez que las estás recorriendo simplemente tienes que
llegar al final y asumir lo que te depara este viaje. Nuestra reacción ante
dicha situación simplemente es la que determina el puntaje, si aprobamos o no
esta tarea de vida. Es fácil aceptar resultados positivos, pero no son éstos
los que nos determinan como personas. Los negativos en cambio llevan consigo
una gran dosis de lecciones y nos llenan la cabeza de dudas e incertidumbres
que lejos de ayudarnos a superarnos, nos consumen lentamente.
Es fácil en este punto caer en desesperación, en trances nada
sanos. En este lugar solo tendremos dos opciones; caer o renacer. Mejor dicho,
solo tenemos como opción esta última ¡renacer! Como aquella ave que levanta vuelo
desde las cenizas y es aun mas bella que al inicio del proceso de
transformación. Se liberó y está plena consigo misma, ¿Pero por qué se nos hace
tan complicado renacer? Este proceso es manumisor, pero a la vez conlleva ese
gran sacrificio que es sencillamente ser devorado por las llamas, ésas mismas
que generan vida, que dan forma al metal para convertirlo en obras de arte, esa
llama es la mayor plenitud, lejos de destruir repara con dureza, es por ello
que nadie dijo que sería sencillo.
Emulemos mas la forma que tiene lo natural de existir y desde
allí todo será mas sencillo, tenemos una guía maestra que nos rodea pero que
simplemente la ignoramos a placer. La naturaleza se levanta regia ante nuestros
ojos, es dócil y a la vez feroz, genera y quita vida para crear ciclos que nos
permiten seguir existiendo. Es apacible porque no puede hablar, pero hace que
todo ocurra a la perfección, ¿Por qué no queremos escuchar? ¿Por qué no dejar
que nuestra madre nos hable?
Son preguntas de las que no tenemos respuesta, pero puedes
ser tú el primero
que la puedas escuchar, y si quizá, solo quizás alguien más
ya lo hizo y es tan hermosa y dulce su voz que no la quiere compartir con nadie
¡Conéctate! ¡Conectémonos! Al fin al cabo es nuestra madre y estamos unidos a
ella. Nada repara más que el amor maternal, tus dudas e incertidumbres cesan en
el seno de tu madre. Acostarse en el pasto ya es un lazo, abrazar a un árbol ya
es otro, y así sucesivamente.
Recorre, aprende, renuévate, conéctate y con ello obtendrás
“La alegría de vivir”, así de simple, así de feliz.
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